Muy apropiado el artículo de Semana acerca del impacto de la propuesta de reforma tributaria sobre el sector cultural. Eliminar las exenciones tributaras a la cultura y a distintos eslabones de la cadena productiva que la afectan sería nefasto para el sector. Vale la pena aclarar que no sería el único sector afectado - en pánico deben estar investigadores científicos y otras entidades del tercer sector.
La eliminación de las exenciones tributarias es problemática por una sencilla razón. De una época para acá los gobiernos han venido desentendiéndose de la cultura - es un imperativo de las finanzas públicas dejar de financiar aquello que el estado no considere importante. Es por esto que en pasadas administraciones nacionales y distritales de cultura ha habido un especial énfasis en eliminar costos (coro distrital, banda distrital, Banda Sinfónica nacional, Música en los Templos, Orquesta Sinfónica de Colombia, etcétera) y concentrarse en la generación de políticas orientadas hacia el fortalecimiento de la cultura (Ley del Cine). Al eliminar las exenciones se elimina el incentivo tributario que existe para que el sector privado apoye actividades que son vistas más desde el punto de vista publicitario y de relaciones públicas que desde el punto de vista de la responsabilidad social empresarial.
El modelo actual de financiación para la cultura es descrito en la literatura de la administración cultural como el modelo de la banqueta de las tres patas. Las tres patas son: la financiación estatal, la financiación privada y la generación de recursos propios.
La financiación estatal, como hemos sido testigos, si bien no ha desaparecido, tiende a ser menor o por lo menos a no incrementar. La financiación privada, sin incentivos tributarios, será muy difícil de atraer especialmente si va a empezar a depender de que tenga un alcance significativo en público - tendríamos que empezar a presentar a la Ópera de Colombia en el estadio de fútbol, con transmisión por televisión con propagandas y sentar a millones de colombianos vía un decreto presidencial a ver a Butterfly quitarse la vida.
Sin financiación estatal adicional y sin exenciones tributarias tendríamos una banqueta coja dependiendo de la capacidad que tengan las entidades culturales de generar ingresos propios. Si bien nuestras organizaciones culturales no se caracterizan por su espíritu de empresa - salvo unas pocas excepciones, lo que realmente se pone en juego es el acceso del público a la cultura y la capacidad de experimentar e innovar que tengan estas entidades que, para atraer público y vender boletas tendrán que empezar a programar con criterio de canal de televisión (haciendo todo lo posible para no aburrir ni entretener a nadie).
Es curioso que mientras en Europa le tienen miedo a empezar a depender de la financiación estatal para la cultura y aparecen artículos justificando su aparición y aplicación en nuestro país estemos a punto de ser testigos de la eliminación de esta importante fuente de recursos para un sector que mueve e impulsa al capital intelectual y creativo del país.
PD
Entrevista a Elvira Cuervo
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