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El Cuarteto Leipzig en Bogotá



El martes 8 y el miércoles 9 de marzo tocó el Cuarteto Leipzig en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Los conciertos distaron bastante de ser satisfactorio. Es más, se podrí­a decir que el primero fue un soporífico increíble y que el del miércoles nueve, con distinto repertorio, fue mejor pero no lo suficiente como para creer que la impresión del día anterior había sido errada. El primer concierto incluyó el Cuarteto No. 11 de Beethoven, el Cuarteto No. 3 de Giacinto Scelsi y el Cuarteto en la mayor de Schumann. El segundo recital incluyó el Cuarteto en la menor Op. 13 No. 2 de Mendelssohn, Microludia de Kurtág, y el Cuarteto No. 12 de Beethoven. En el papel pintaban bien.

Dice el web site del cuarteto que el cuarteto fue fundado en 1988 y que es uno de los más aclamados en la escena internacional de la música de cámara. Bueno, seguramente han sido aclamados en muchas partes. Aquí fueron aplaudidos pero no aclamados y no fue para menos. El cuarteto tiene un nivel técnico impecable: hubo pasajes interpretados por el primer violín (creo que es Andreas Seidel) en los que parecía no haber digitación sino un flujo permanente de notas que tejían una melodía. Sin embargo, el ensamble en sí, más allá de su precisión, manejo de dinámicas y un obvio conocimiento de las obras, dio un par de presentaciones aburridas y sin carácter.

El Scelsi estuvo bien interpretado pero la obra no es la última maravilla - seguramente por eso es que no es un compositor conocido por todos. De resaltar, el Mendelssohn y el Kurtág. El primero por una delicadeza interpretativa y un aprovechamiento del lenguaje romántico. La segunda porque la interpretación fue divertida, exprimiendo el humor y la sencillez de cada uno de los doce pequeños movimientos. Ah, y por ofrecerle a Bogotá un repertorio novedoso. Sin embargo, de muy pobre espíritu fueron las interpretaciones de los dos cuartetos de Beethoven y del Schumann, obras que seguramente atrajeron a varios espectadores. Exactas y aburridas como una lectura en voz alta de un manual de contabilidad podría ser la mejor descripción.

¿Por qué pasaría eso? La respuesta me esquiva sin saber demasiado acerca del cuarteto. Tengo una teoría un poco chiflada pero la lanzaré al aire. Decía el programa, al igual que el web site del cuarteto, que el repertorio del ensamble es amplio e incluye el tradicional (Beethoven, Schubert, Schumann, et al) así como el de compositores de la segunda escuela vienesa y contemporáneos. Al leer con más detalle la hoja de vida se ve que a este segundo repertorio le han dedicado tiempo y que es algo que trabajan con seriedad y entusiasmo. Muchas veces, y esta es una interpretación completamente personal, muchos artistas terminan especializándose - simplemente se sienten más cómodos con cierto lenguaje, cierta estética. Salirse de ahí, puede ser aventurado o hasta incómodo. Me pregunto si en este caso el cuarteto nada entre el repertorio contemporáneo pero se siente atado dentro del clasico.

Al mirar la página web en donde se anuncia su próximo concierto en la Universidad de Vermont he encontrado que interpretarán Beethoven, Berg y Brahms. En Salt Lake City (Utah, EUA), su próxima parada, no se qué van a tocar porque no aparece en ninguna de las páginas que anuncian su concierto pero me suena que puede ser algo así como... Schubert, Webern, Beethoven. ¿Entienden el patrón? Clásico 1-Siglo XX-Clásico 2 (en donde Clásico 1 o 2 siempre será Beethoven). No sé si esté en lo cierto pero me suena que al cuarteto se siente en su territorio interpretando música del siglo XX pero no se atreve a lanzarse a ser el próximo Cuarteto Kronos.

Beethoven, Schumann, Schubert, Mozart y Mendelssohn son compositores del siglo XVIII y XIX pero no por eso tienen que sonar secos y aburridos. Como me decía una niña muy joven que estaba sentada al lado mío en el segundo concierto, si uno se aburre en un concierto la culpa no es de uno. De igual manera una persona que estaba en el auditorio me dijo que el Scelsi le sonaba como abejitas y que el Kurtág a "plish plash plum". Pues para mí unas abejitas y un "plish plash plum" expresivos son mucho más que un Beethoven lánguido.

El público, como ya dije, aplaudió. El martes el cuarteto ofreció un bis ante la pequeña insistencia del público. El miércoles, cuando el auditorio estaba a reventar, salieron a agradecer un par de veces los aplausos pero la gente no insistió en la ñapa. Por algo sería.

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