El sábado pasado estuve en el concierto de la Orquesta Sinfónica en el Teatro Colsubsidio. Hacía mucho tiempo no tenía una experiencia tan satisfactoria en un concierto orquestal. Es más, no recuerdo cuándo fue la última. No es que todo el concierto haya sido fabuloso. No.
La primera parte incluyó una Polonesa de Evgeny Onegin y el Concierto para piano, ambos de Tchaikovsky. La Polonesa sonó bien. Fue una obra interesante, inusual en la programación de las orquestas colombianas y bienvenida por el público. El Concierto para piano, una obra que para mi gusto es demasiado demagógica, fue interpretada por Alexander Schtarkman. Schtarkman es un buen pianista. Desafortunadamente, el piano del teatro es un desastre. Tiene una inmensa inconsistencia en su calidad de sonido y no resiste el ímpetu de una obra como el concierto de Tchaikovsky en las manos de Schtarkman. Lástima.
Quiero enfocarme en esta entrada en la joya de la noche: la Sinfonía No. 2 de Sibelius que fue interpretada en la segunda parte. La dirección de Luis Biava fue magnífica. No sólo explotó todas las dinámicas y el potencial interpretativo de la obra sino que mantuvo unos tiempos precisos mas no mecánicos. Así mismo, fue evidente que la presencia de Biava ante la orquesta tiene un efecto propulsor inigualable. La Sinfonía No. 2 exige mucho de los vientos en cuanto a entonación, precisión y ensamble - importante felicitar a los cobres quienes permitieron que el público recibiera una obra bien presentada, bien interpretada y totalmente satisfactoria.
Es importante que la orquesta evalúe este concierto y reconozca que esta actuación ha sido excelente. Debe evaluar qué la hizo así y qué ajustes se podrían hacer para garantizar que de este punto en adelante se pueda crecer, que este concierto sirva como base y no como un recuerdo querido. Debo insistir en la necesidad de unificar la dirección artística en una sola cabeza como lo he dicho en entradas anteriores. La actuación de Biava fue sensacional y debería contemplarse su nombre como director artístico. Esto no implica que se deba acabar la relación con los demás directores sino más bien que todos los esfuerzos deben estar dirigidos hacia un propósito estético y organizacional orientado por unos principios de calidad.
Felicitaciones a la Orquesta y a Luis Biava. Debe saberse que este concierto, comparado con lo que está haciendo la Filarmónica de Bogotá hoy día, es fabuloso.
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