Semana Santa en Bogotá. Hay entretenimiento para muchos – Festival de Teatro, cine, la Filarmónica con Mozart, exposición de Negret, exposición de Vladdo, y exposición sobre la obra de Salmona.
Las exposiciones de Vladdo y de Negret en el Museo Nacional las recomiendo. Aunque son bien pequeñas, están bien organizadas y son bastante dicientes acerca de la obra de estos dos artistas. Los espacios son agradables, la secuencia es lógica, y sale uno sintiendo que conoce mejor a ambos artistas.
La exposición de la obra de Salmona en el Museo de Arte Moderno (MAMBo) vale la pena a pesar de lo desordenada, fría y poco amigable que es. Es posible salir de la exposición con una mejor comprensión de lo que Salmona ha hecho y de su contribución a la arquitectura y al urbanismo en Bogotá. Sin embargo, la curaduría deja mucho que desear, no porque falte material sino porque la secuencia en que el material está organizado no es obvia. Si bien se supone que hay unas líneas temáticas que dividen la exposición, es fácil saltar de una a otra sin darse cuenta. Además, hay espacios muy vacíos en el museo, espacios que hubiesen podido incluir más fotos, más explicaciones, más maquetas o por lo menos descongestionar algunos espacios del segundo y tercer piso. Pero, vale la pena para conocer más a fondo lo que Salmona es y ha sido: para mí, un soñador que en un país de escasos presupuestos ha logrado materializar un importante porcentaje de su visión de lo que esta urbe podría llegar a ser.
La Filarmónica interpretará el Exultate Jubilate y el Réquiem de Mozart este miércoles y jueves en el Auditorio León De Greiff de la Universidad Nacional. A pesar de que estuvieron mojando prensa durante un par de semanas, con huelga de hambre, y una solución a medias al problema de la contratación de músicos dentro del régimen público, y hasta la cancelación de dos conciertos, la Orquesta poco ha hecho por recuperar su imagen pública. La semana pasada tuvo la oportunidad perfecta, podía haber invitado a la ciudad a un concierto de reconciliación con entrada gratuita, etc. Vamos a ver si de aquí al miércoles algo de eso se les ocurre. Que el espectáculo de no comer no se convierta en un momento más de rompimiento entre la orquesta y la ciudad.
Finalmente, el Festival de Teatro. Va bien. Aunque sólo he visto un par de obras, ya tengo algunos apuntes. Primero, estoy seguro que si a algún actor de La Guerra y la Paz les preguntan, y tú, ¿qué sabes de Bogotá?, el/ella responderá que es una ciudad de tísicos. ¡Qué tosedera! ¡Vergonzoso en verdad! Por otro lado, el Festival debería hacer una campaña educativa en un par de frentes: llegar temprano y apagar el celular antes de la obra y volverlo a apagar después de el/los intermedio(s).
Las obras, al igual que hace dos años, siguen empezando entre veinte y treinta minutos tarde y los celulares siguen timbrando, especialmente después de los intermedios cuando la gente vuelve a entrar y no le recuerdan que el Meneíto versión celular no tiene ninguna cabida en una obra situada en el Siglo XIX.
¡Ay! ¡Qué semana de pasión!
PD
A propósito de las llegadas tarde, he aquí un artículo acerca de las políticas de manejo de gente que llega tarde a distintos teatros en Nueva York (disponible gratis por unos pocos días más).
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