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Rettig y la Filarmónica

No sé si el poema de los Zapatos Viejos funcione entre un director y su antigua orquesta. Es increible como una semana de trabajo de Francisco Rettig en el podio de la Filarmónica trae buenos recuerdos de un sonido trabajado, serio y de profundo conocimiento y compromiso con la partitura. Sorprendente que aún este sonido salga a relucir sin existir un trabajo continuo y sin tener la orquesta un director principal propiamente nombrado.

El viernes 25 de febrero, ante escaso público, se presentó la Filarmónica en el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. La primera obra, el Concierto para oboe de Richard Strauss fue interpretada con precisión, compromiso y tremendo dominio técnico por el primer oboe de la orquesta capitalina, el búlgaro Orlín Petrov. Fue interesante escuchar a la orquesta usando a su sección de primeros violines tocando las partes de primeros y segundos violines. Vale la pena resaltar la buena labor de Jaime Moreno en la flauta, quien tuvo varios intercambios con el oboe solista.

El retorno, por enésimo año consecutivo de la Eroica de Beethoven fue triunfal. Dirigiendo de memoria y demostrando un conocimiento pleno de la obra, Francisco Rettig condujo a la orquesta por pasajes que dejaron en claro por qué es una de las grandes obras de la literatura musical, que la Filarmónica puede ser una gran orquesta en casi cualquier programa y que Francisco Rettig es uno de los más grandes directores que Bogotá ha podido tener.

El cuatro y cinco de marzo vuelve a dirigir el chileno en un programa que incluye el Concierto para trombón de Edward Gregson en orquestación del colombiano Fabio Londoño, y la Sinfonía No. 4 de Anton Bruckner, uno de los compositor preferidos de Rettig y que, junto con Mahler, entró al repertorio de la orquesta durante su estancia como titular de la misma. Un concierto que genera espectativa.

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