En The Age, periódico australiano, apareció ayer una interesante nota en donde se describe la aventura en la que se está embarcando la Sinfónica de Melbourne. La aventura consiste en presentar conciertos que se salgan del molde del concierto tradicional. Trevor Green, director administrativo de la orquesta, insiste en que no significa que vayan a dejar de tocar Mahler, Bartók o Schoenberg sino que están buscando nuevos formatos que les permita, a) generar ingresos y b) llegarle a otros públicos.
Lo que más me llamó la atención es que para el primer concierto de pops, programado para el próximo marzo, parte del repertorio incluye Rhapsody in Blue, Summertime y An American in Paris de Gershwin. Me llamó ésto la atención porque mientras tanto aquí en Colombia tanto la Sinfónica como la Filarmónica han ido más lejos en su exploración de qué significa hacer programas pops. La Filarmónica ha hecho conciertos en parques con música de La Guerra de las Galaxias, un medley de los Beatles y arreglos orquestales de música colombiana. Así mismo, la Sinfónica ha enfocado la mayor parte de su trabajo en el repertorio popular, sacando su primer disco con obras de ese repertorio (imitando el proyecto de Memorias Musicales Colombianas de la Filarmónica).
Casualmente estuve el martes pasado en Compensar escuchando a José Fernando Iragorri, gerente de la Sinfónica, donde presentó un balance de lo que ha hecho la orquesta en sus ya casi dos años de vida. Allí reportó que la Sinfónica también ha acompañado a Pablo Milanés como parte de ese esfuerzo de llegar a nuevos públicos y generar otros ingresos. La Filarmónica ha acompañado al Cigala y según vi ayer en su web site, en octubre acompañará a Kraken en Rock al Parque.
Todas estas iniciativas son buenas siempre y cuando no le hagan daño a la misión y los objetivos institucionales de una orquesta y obviamente en la medida en que no afecten su calidad artística e imagen institucional y la relación con su público base. Les recomiendo el artículo de The Age porque muestra la precaución con que la Sinfónica de Melbourne está entrando a estos proyectos. Yo he sido muy crítico de la Sinfónica y sus conciertos populares y sigo creyendo que los proyectos discográficos de las dos orquestas locales son un desaprovechamiento de una oportunidad de acercar al público colombiano a Beethoven y compositores que han demostrado su capacidad de impactar a un público universal. Para ponerlo en términos más sencillos, el IDCT en su campaña Libro al Viento no presenta versiones escritas de Café, Pueblo Viejo o Betty la Fea (telenovelas que tuvieron mucho éxito en el país), sino obras de Poe, Chéjov, Cortázar y Kipling, entre otros.
Lo que más me llamó la atención es que para el primer concierto de pops, programado para el próximo marzo, parte del repertorio incluye Rhapsody in Blue, Summertime y An American in Paris de Gershwin. Me llamó ésto la atención porque mientras tanto aquí en Colombia tanto la Sinfónica como la Filarmónica han ido más lejos en su exploración de qué significa hacer programas pops. La Filarmónica ha hecho conciertos en parques con música de La Guerra de las Galaxias, un medley de los Beatles y arreglos orquestales de música colombiana. Así mismo, la Sinfónica ha enfocado la mayor parte de su trabajo en el repertorio popular, sacando su primer disco con obras de ese repertorio (imitando el proyecto de Memorias Musicales Colombianas de la Filarmónica).
Casualmente estuve el martes pasado en Compensar escuchando a José Fernando Iragorri, gerente de la Sinfónica, donde presentó un balance de lo que ha hecho la orquesta en sus ya casi dos años de vida. Allí reportó que la Sinfónica también ha acompañado a Pablo Milanés como parte de ese esfuerzo de llegar a nuevos públicos y generar otros ingresos. La Filarmónica ha acompañado al Cigala y según vi ayer en su web site, en octubre acompañará a Kraken en Rock al Parque.
Todas estas iniciativas son buenas siempre y cuando no le hagan daño a la misión y los objetivos institucionales de una orquesta y obviamente en la medida en que no afecten su calidad artística e imagen institucional y la relación con su público base. Les recomiendo el artículo de The Age porque muestra la precaución con que la Sinfónica de Melbourne está entrando a estos proyectos. Yo he sido muy crítico de la Sinfónica y sus conciertos populares y sigo creyendo que los proyectos discográficos de las dos orquestas locales son un desaprovechamiento de una oportunidad de acercar al público colombiano a Beethoven y compositores que han demostrado su capacidad de impactar a un público universal. Para ponerlo en términos más sencillos, el IDCT en su campaña Libro al Viento no presenta versiones escritas de Café, Pueblo Viejo o Betty la Fea (telenovelas que tuvieron mucho éxito en el país), sino obras de Poe, Chéjov, Cortázar y Kipling, entre otros.
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