
Vale la pena leerlo para tener en cuenta que -en el caso de la música- no se trata sólo de producir buenos resultados artísticos sino de entender que una orquesta o una sala de conciertos tiene que mantenerse sostenible, incrementando su público y ojalá sus ingresos, que a veces es preferible invertir en publicidad que en una nueva trompeta y que él o ella solo(a) no puede tomar decisiones con impacto en la estabilidad de la organización.
La gran pregunta es... ¿cuánto se debe pagar por este trabajo?
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