Cuando falta espacio...
La semana antepasada estuve en el Auditorio Fabio Lozano escuchando a la Filarmónica de Bogotá presentando la Novena Sinfonía de Mahler dirigida por Enrique Arturo Diemecke. No me es posible comentar mucho acerca de la calidad del concierto excepto cosas ya excesivas como un pasaje interpretado por los chelos en el primer movimiento, el cual estuvo extremadamente desafinado.
De resto, sólo puedo decir que el auditorio es tan pequeño y la sinfonía tan, pero tan gigantesca, que es imposible realmente absorber en paz el masivo sonido de la obra - simplemente, ésta no tiene para donde coger y termina estrellándose con nuestros tímpanos antes de tener cualquier posibilidad de mezclarse, viajar y formar un sonido coherente. Sinceramente, nunca había salido tan cansado de un concierto.
Ahora, un par de preguntas...
1. ¿Por qué se presenta semejante obra tan grande en un auditorio que no la puede acomodar?
2. ¿Por qué si el Auditorio Fabio Lozano fue diseñado -en teoría- para acomodar a una orquesta sinfónica con coro, la Novena de Mahler requiere que quiten tres filas de sillas en platea?
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