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El triunfo del tiempo y la verdad

Hay varias razones para asistir a un concierto y diversos motivos que hacen que uno disfrute un concierto. A muchos les interesa escuchar obras conocidas que traen algunos recuerdos (los hits - Las cuatro estaciones, Novena y Quinta de Beethoven, Carmina Burana, etc.). Hay otros que disfrutan cuando un concierto es una oportunidad de aprendizaje o descubrimiento. Lo confieso, yo encajo en esta última categoría más que en cualquier otra.

El pasado jueves 4 de agosto fue una de estas situaciones. El triunfo del tiempo y la verdad de Handel, fue presentado en el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Según las notas del programa -muy agradables, por cierto- éste fue el primer oratorio compuesto por Handel. La obra no la conocía y aún no la conozco del todo pues desafortunadamente por motivos familiares sólo pude escuchar la primera de tres partes. Sin embargo, Handel es un compositor que para mí ha sido... cómo decirlo... personalmente importante.

Fue con Handel que primero me obsesioné con una obra del repertorio "clásico". La Música del Agua fue mi primer pasito en este mundo que no he abandonado. Así, Handel tiene un lugar importante en mi corazón y su música e historia han marcado lo que significa para mí la vida y obra de un compositor.

El triunfo del tiempo y la verdad fue interpretado por el proyecto de Música Antigua para Nuestro Tiempo liderado por Carlos Federico Sepúlveda y con el inmenso apoyo académico de la Schola Cantorum Basiliensis. Al comienzo del concierto Sepúlveda señaló que este concierto marcaba el final de la primera parte del proceso de este proyecto. Ojalá éste continúe y en una manera aún más fuerte, estricta y organizada, pues el resultado me pareció muy bueno y una muestra de que aquí én Colombia se puede hacer música con calidad, conocimiento y buen gusto.
La interpretación instrumental, hecha en su mayoría por jóvenes músicos colombianos, fue atinada, con un excelente ensamblaje y un maravilloso manejo de las dinámicas, el estilo y una magnífica afinación. La parte coral –preparada por el tenor Gerd Türk- estuvo a la altura, con un buen manejo de dinámicas y un gran balance que permitía su acoplamiento con la parte instrumental.

Sin embargo, fueron los solistas vocales los que se convirtieron en el talón de Aquiles del montaje. Con resultados muy desiguales, los solistas sonaron, en general, inexpertos y sin el nivel que demostraron los otros intérpretes. Sin entrar a señalar nombre por nombre (y teniendo en cuenta que sólo presencié la primera parte del oratorio), es importante decir que hay algunos problemas generalizados entre los vocalistas, como lo son el exceso de aire en sus sonidos, la falta de proyección y definición del sonido, la ausencia de un control en la respiración que lleva a que varios pasajes tenga una afinación más bien desigual y muchas fallas en dicción y pronunciación. No obstante, quiero felicitar a una de las cantantes, a la joven Diana Chavarro, por su gracia y su capacidad de conectar al público con su papel. ¡Qué actitud! ¡Qué presencia escénica!

Finalmente, la persona que debe recibir la mayoría de los aplausos por hacer este proyecto posible es Federico Sepúlveda. Con este proyecto y, en especial con este concierto, se demostró, como ya había escrito, que el país tiene cómo producir música con buena calidad, seriedad estilística, conocimiento académico y sobriedad. Ojalá la Orquesta Sinfónica y la Filarmónica hicieran algo de trabajo con Federico para presentar repertorio barroco y ojalá usaran también el conocimiento de la Schola Cantorum para mejorar sus interpretaciones de este repertorio.

PD
El Auditorio Fabio Lozano está hecho para conciertos de este tamaño. Es imposible seguir pensando que éste fue diseñado para conciertos sinfónicos. El tamaño del ensamble resaltaba lo agradable del espacio sin hacerlo sentir estrecho ni desbalanceado entre público y músicos.

Corrección
El coro fue preparado por Federico Sepúlveda. La atribución de la dirección a Gerd Türk fue un error del programa.

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