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Cuatro ingredientes esenciales, Parte IX
Conclusiones


La desaparecida Orquesta Sinfónica de Berlín

Esta es la última entrega de una serie que inició con declaraciones de Jack MCauliffe de la American Symphony Orchestra League acerca de los cuatro ingredientes esenciales en el triunfo orquestal. Éstos eran: visión artística, una sólida junta directiva, musicalidad de los instrumentistas y administración profesional. En las serie discutí la situación de estos cuatro elementos en la Orquesta Sinfónica Nacional y en la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

Este ejercicio me pareció importante pues permitía que uno detuviera la historia por un segundo y evaluara el status quo de las dos orquestas bajo unos criterios muy específicos que podían determinar el nivel de éxito actual y el potencial hacia el futuro. Me pareció importante también porque mucho se habla de la crisis mundial de las orquestas sin que sea clara la situación en Colombia y si la crisis existe realmente y si en verdad es de índole mundial.

La Orquesta Sinfónica Nacional es una orquesta muy joven que aún está en el proceso de crear su identidad. A nivel de personal, tanto administrativo como artístico, creo que está bien, aunque necesita hacer unos ajustes - completar la planta artística y ampliar su planta administrativa para poder tener mayor solidez y flexibilidad institucional. La junta directiva, como dije antes, puede usar más gente y mayor representatividad de la sociedad. Sin embrago, de los cuatro ingredientes esenciales, el área más problemática para mí es el de la visión artística.

Si bien al interior de la Orquesta aparentemente hay claridad sobre la visión y se habla de que los tres directores (Eduardo Carrizosa, Alejandro Posada y Luis Biava) traen diferentes fortalezas al trabajo artístico, para quienes estamos afuera sin participar de ese diálogo, las actividades y programas de la Orquesta carecen de coherencia global, lo que dificulta el que uno se forme una clara impresión de qué es lo que va a recibir de la Orquesta al asistir a uno de sus conciertos. Debo volver a insistir en que es fundamental que la Orquesta le apueste a la visión y dirección artística de un solo director.

La Filarmónica de Bogotá es una Orquesta con mayor tradición y con estructuras muy establecidas y, diría uno, casi anquilosadas. En este momento creo que la Orquesta está pasando por una mini-crisis en los cuatro ingredientes esenciales pero se debe principalmente a un problema de índole político-administrativo, más específicamente el olvido en que la administración del Alcalde Garzón la tiene. Por esta razón, aún no se ha nombrado director ejecutivo y por eso se demoró la contratación del director titular y del asistente, sin que haya sido muy claro cómo se hizo el nombramiento de Irwin Hoffman, que es en últimas quien define la visión artística y lidera la contratación de personal artístico. Esto es problemático pero por lo menos se sabe que en enero del 2008 (cuando asuma el próximo alcalde) las cosas pueden cambiar.

Las orquestas sinfónicas son organizaciones culturales que existen para el disfrute de la comunidad como espacios de recogimiento cívico y para la generación de lazos ciudadanos en torno a expresiones universales. Cuando alguno de los ingredientes esenciales falla o empieza a fallar se pierde el impacto de la entidad y poco a poco se va perdiendo su capacidad de convocar y de ser relevante. A finales del 2004, la Orquesta Sinfónica de Berlín (en la foto de arriba) tuvo que vivir la triste experiencia de ver su existencia como entidad del estado terminada por factores parecidos a los que terminaron con la Sinfónica de Colombia en el 2003. En Berlín, sin embargo, la Sinfónica tuvo la mala fortuna de no contar con el respaldo financiero del estado alemán para hacer su transición hacia el sector privado y en abril de este año se declaró derrotada en su esfuerzo de generar financiación privada y pasó a mejor vida. Vale la pena preguntarse, si esto mismo hubiese pasado con la Filarmónica de Berlín, ¿será que le habría pasado lo mismo?

La Sinfónica Nacional de Colombia sigue teniendo el riesgo de no poder auto-sostenerse, sobretodo si el presidente Uribe no es reelegido (la Orquesta nació bajo su tutela y no creo que él la deje morir mientras esté en sus manos). La Filarmónica de Bogotá puede sufrir algo parecido si se llega a encontrar con un Alcalde que no la valore. Sin embargo, en últimas, a ambas orquestas las salvará el clamor de un público que reclame que sus entidades culturales no sean terminadas. Este clamor sólo puede nacer del buen trabajo que las entidades realicen, trabajo que sólo se puede alcanzar con una buena mezcla de los cuatro ingredientes esenciales.

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Artículos relacionados con la terminación de la Sinfónica de Berlín:
1. http://www.dw-world.de/dw/briefs/0,1574,1547548,00.html
2. http://www.news.ch/Konkurs+der+Berliner+Symphoniker/208398/detail.htm

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