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Prioridades


John Williams

La semana pasada anuncié el mes TAFTO (Llevar un amigo a la orquesta) y me propuse hacerlo. Sin embargo, a veces las obligaciones y los impulsos se atraviesan. Tenía pensado ir a escuchar a la Filarmónica con su programa de Brahms hace una semana pero tuve que presentar un examen justo a esa hora. El sábado iba a ir a escuchar a la Sinfónica por la mañana pero me salió una cita que me impidió asistir. El sábado por la tarde hubiera podido ir al León de Greiff a escuchar la repetición del programa de la Filarmónica pero ya había comprado boletas para el tercer episodio de la Guerra de las Galaxias.

Un poco decepcionado por haber fallado en mis planes sinfónicos fui a la película y descubrí que estaba muy equivocado al pensar que el fin de semana se iba a pasar sin alguna experiencia orquestal. La banda sonora de La Guerra de las Galaxias, compuesta por John Williams, es quizás la pieza sinfónica más conocida del siglo XX, más que Rhapsody in Blue, la Consagración de la Primavera o Also sprach Zarthustra. De un heroísmo que desborda en lo epopéyico, me atrevería a decir que le debemos más del 50% de la emoción de la galáctica serie a la música de Williams.

De monumentales proporciones, la banda sonora de la película se ha convertido en un gran patrimonio colectivo. Todos la conocen, todos la tararean y todos se emocionan al escuchar sus primeras notas. John Williams se ha consagrado como uno de los grandes compositores de la breve historia del cine. Además de componer, Williams fue director de los Boston Pops de 1980 a 1993 y es también compositor de varias obras de concierto, entre ellas dos sinfonías, un ciclo de siete canciones para soprano y orquesta y conciertos para cello, violín, flauta, fagot, corno, clarinete, tuba y trompeta. De éstos sólo conozco el concierto para fagot The five sacred trees, disponible del sello Sony en almacenes de discos.

En sus comienzos, el cine generó trabajo para muchos músicos - las pelí­culas tocaba acompañarlas con música en vivo. Poco a poco esto fue cambiando y hoy día las orquestas de Europa del este son las grandes responsables de amenizar las persecuciones, los desamores y todas las emociones del séptimo arte. Las orquestas han encontrado poco a poco su misión dentro de la relación cine-música-espectador y lentamente han ido incluyendo en sus temporadas programas relacionados con el cine. El año pasado la Sinfónica de Pittsburgh estrenó una sinfoní­a basada en la música de Lord of the Rings y la Orquesta Filarmónica de Nueva York lleva ya dos temporadas incluyendo conciertos con apartes de distintas bandas sonoras.

Las orquestas, como se ve, no están en crisis. Es la creatividad de sus directivos, la timidez de sus integrantes y las tradiciones que acompañan a los conciertos las que requieren una gran sacudida. La Filarmónica de Bogotá interpretó la Suite de la Guerra de las Galaxias en el 2003 y apartes de la misma en el 2004. Valdría la pena considerar una retrospectiva de la obra de Williams (ojalá incluyendo algo de su repertorio para concierto) o ensamblar un programa como el de la Filarmónica de Nueva York. Copiarse era malo en el colegio. En el mundo real, mientras no sea ilegal, la copia seguirá siendo el mejor tributo.

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Actualización 8:30Am: Artí­culo relacionado del NY Times

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