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Tirando la Toalla


Las Clásicas del Amor, ¿inspiración para la Ópera de Colombia?

Por primera vez, la temporada lírica presentará tres ciclos de conciertos que incluirán, además de zarzuela y ópera, aires más populares. El primer ciclo de conciertos será de boleros y música romántica...
Boleros y música colombiana harán parte de la Ópera de Colombia (El Tiempo, Mayo 16 de 2005)

En la prensa estadounidense se habla mucho acerca de la crisis de la música clásica - que la gente ya no va a conciertos, que sólo van si se toca la Quinta de Beethoven o si toca Barenboim, que hubo un año en el que Billy Joel fue el compositor clásico de mayores ventas, que toca acortar los conciertos, que toca hacer explicaciones antes de cada obra, etc. Se discute acerca de estrategias de mercadeo y de servicio al cliente pero son contados los artículos que exploran la relación del mundo moderno con la música en general y con la música clásica en especial.

Se dice que en el siglo XIX, cuando una orquesta o solista iba a visitar un pueblo o ciudad para interpretar una obra nueva, la gente compraba la partitura para tocarla al piano y así llegar al concierto con un nivel mayor de familiaridad con la obra. ¡Levanten la mano los que están en capacidad de interpretar La consagración de la primavera al piano!

A partir del desarrollo de la grabación audio-sonora el mundo ha vivido una transformación en su relación con la música que le ha permitido estar expuesto a expresiones de todos los rincones del planeta sin tener que hacer mayor esfuerzo. Con las primeras grabaciones la voz de Caruso llegó a todos los países pero así también empezaron a viajar más tarde el jazz, el tango, el swing, el blues, el rock, los boleros, las rancheras, y la música tradicional de diversos pueblos. Así, la disponibilidad de diversidad musical y nuevas tecnologías ayudaron a desarrollar nuevos géneros y nuevas expresiones que permiten que hoy día alguien en el mundo pueda tener éxito grabando canciones y vendiéndolas desde su casa sin tener que pisar la calle o hacer una llamada telefónica.

La música se ha vuelto un gran elemento de la vida comercial del planeta. Hay artistas que venden millones de dólares al año. Linkin Park, según reportaba el New York Times hace unas semanas, representó el 10% de las ventas de Warner Brothers el año pasado. Nuestra vida musical está hoy regida en gran parte por reglas comerciales donde la oferta y la demanda asignan gran parte del valor. Poniéndonos la mano en el corazón, debemos ser honestos y admitir que la música clásica tiene poco que hacer en el mercado comercial cultural. Lleva todas las de perder. Los costos que me acarrearía producir un disco a mí desde mi casa son infinitamente reducidos comparados con lo que es grabar a toda una orquesta sinfónica interpretando una obra de un compositor vivo. Lo cual no le quita a la música clásica su valor como expresión universal, lo cual ha hecho que ésta haya sido tradicionalmente financiada por los estados y más recientemente por una combinación entre estado y donaciones privadas.

Lo que me devuelve a la noticia de que la temporada lírica va a incluir boleros y baladas. Me parece una triste realidad. La Opera de Colombia está haciendo una apuesta muy arriesgada diciendo que los boleros y las baladas atraerán dinero para financiar su temporada de ópera y generarán público para la misma. Ojalá así sea. Creo, no obstante, que lo que está haciendo es ayudar a cerrarle el espacio aún más a expresiones musicales que para muchos de nosotros son valiosas y que por no tener el auge en el mercado cada vez se ven más abandonadas y relegadas a los estantes de los almacenes de discos. Al mismo tiempo está alienando a un público que para bien o mal le ha sido fiel durante varios años, creyendo que el canto lírico es un espectáculo valioso. Atrás quedaron los inolvidables recitales de Olga Borodina, Katia Ricciarelli, o Dmitri Hvorostovsky organizados por la Fundación Camarín del Carmen hace unos años. Bienvenidos al teatro los amantes de los boleros y las baladas - yo por allá no estaré.

PD1
Orchestras, if they are to survive, must learn to surprise. They need new kids on the conductor's block and new works on the players' stands where it is no longer enough to shuffle the pages of old favourites. New music is neither optional nor a luxury. It is the only commodity that will keep the symphony orchestra alive and in tune with the times.
Norman Lebrecht

PD2
El miércoles pasado al mediodía fui al Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano a escuchar a la Orquesta Sinfónica Javeriana. Me interesaba ir porque he trabajado para la Facultad de Artes de la universidad, había sido invitado y, sobretodo, porque iban a tocar una obra de John Corigliano. Para empezar, me sorprende que sea una orquesta universitaria la que esté tocando obras de compositores contemporáneos establecidos y no la Filarmónica o Sinfónica. Sin embargo, después de que me entregaron el programa, me senté y escuché un anuncio: el concierto había sido cancelado. Punto. Sin explicación. El mismo programa lo iban a tocar en el Teatro Colón ese mismo día por la noche. No fui, por si cancelaban otra vez.

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