Riccardo Muti
Foto: Andrea Tamoni (La Scala)
Según el New York Times, Riccardo Chailly, Antonio Pappano o Daniele Gatti estarán llamados a remplazar a Muti en La Scala. El cargo tiene un alto peso político y es por ahora impredecible saber quién será el próximo líder artístico del teatro.
Interesante usar esto para examinar quiénes son los directores artísticos de nuestras instituciones culturales. En la Filarmónica (acabo de entrar al web site) aparecen como titular (ya no encargado) el estadounidense Irwin Hoffman, quien fuese director de la Sinfónica de Colombia hasta su desaparición en el 2003. Como asistente está el colombiano Ricardo Jaramillo, quien ganó por audición este cargo a finales del año pasado y, como invitado principal, Andrés Orozco, uno de los jóvenes colombianos con más presente y futuro en el mundo de la música clásica. El nombramiento de Hoffman hace un año fue en teoría provisional, hasta que se encontrara un director definitivo. Hasta ahora no se ve ningún esfuerzo en esa dirección y si el web site tiene la información correcta, Irwin Hoffman es pues el director titular de la Orquesta y es entonces la cabeza responsable de los resultados artísticos de la misma.
Por los lados de la Sinfónica no deja de sorprender que aún se siga manejando la fórmula de "la dirección artística concertada". Tiene la orquesta a Luis Biava, Alejandro Posada y a Eduardo Carrizosa como directores de la orquesta, sin que sea claro dónde empiezan las responsabilidades del uno y dónde terminan las del otro. Este manejo ha recibido algunas críticas en la prensa. A mí esa estructura me parece bastante extraña. Es como si la Federación de Fútbol contratara a Juan José Peláez, al "Chiqui" García y a Reinaldo Rueda de directores técnicos... al tiempo. Los tres directores de la Sinfónica tienen fortalezas, debilidades y una visión artística pero lo que se ve hoy como producto artístico de la orquesta es una falta de definición de norte estético. Mejor dicho, bajo esta estructura de dirección artística, la Sinfónica hoy no es "ni chicha ni limoná".
En cuanto a la Ópera de Colombia, creo que sigue siendo director artístico el estadounidense Will Crutchfield. Cruthcfield es director de la Ópera de Caramoor en Estados Unidos. En Bogotá ha estado muy vinculado también al proyecto de Ópera al Parque del Instituto Distrital de cultura y Turismo y ha participado como jurado y coach en concursos y talleres de canto en la ciudad. Es decir, su presencia en la ciudad no ha pasado desapercibida. Aunque sólo he visto una producción dirigida por él (Lucia di Lammermoor en el 2003), considero que para que la ópera progrese y empiece a tener el impacto que debería tener en Bogotá, es necesario que Crutchfield dirija las dos (¡es que son sólo dos!) producciones que presenta la compañía al año. En el 2003 la producción de La flauta mágica (Mozart) y en el 2004 la de La cenicienta (Rossini) fueron horribles, en distinta proporción, por sus resultados musicales y escénicos. Estas dos producciones no fueron dirigidas por Crutchfield y no sé si sobre sus hombros cae la responsabilidad de esos resultados.
En un futuro me meteré al tema de los administradores de la cultura en Bogotá quienes tienen, la gran parte del tiempo, más peso sobre lo artístico que lo debido.
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