El concepto del tiempo en Latinoamérica es bastante flexible - por lo menos ese es el mito. Para mí esa es simplemente una excusa ridícula que se suma a otros absurdos y frecuentemente utilizados conceptos como 'la malicia indígena' y 'dar papaya'.
La hora de una función sirve para que uno haga planes y los ajustes necesarios en la vida (contratación de niñera, reservación en un restaurante, cálculo del precio del parqueadero, planeación de transporte público, etc.). En las artes escénicas es normal encontrar que una función empiece diez minutos tarde, especialmente si está lloviendo o si hubo un accidente en la calle conducente al teatro.
He estado yendo a varios conciertos en las últimas semanas y he detectado una odiosa y consistente práctica: empezar tarde. Los recitales de la Luis Ángel Arango están comenzando de diez a quince minutos tarde, la Filarmónica hace un par de fines de semana inició su concierto media hora tarde y lo mismo hizo la Sinfónica en el concierto de anoche.
Usaré el concierto de anoche para ilustrar por qué ésto, que seguramente se hace en beneficio de unos pocos, puede costarle a una sala de conciertos o a una orquesta su público. El programa de anoche en el Teatro Colón era el Concierto para violín de Brahms (Benjamin Schmid como solista) y la Sinfonía No. 4 'Trágica' de Schubert. El Concierto para violín dura casi cuarenta minutos y la sinfonía más o menos media hora. Es decir, de música había 1 hora y 10 minutos. Si a eso le sumamos el usual bis y los aplausos (unos 10 minutos en total) y los 15-20 minutos de intermedio terminamos con un concierto de 1 hora y 40 minutos.
El concierto estaba programado para empezar a las 8pm. Yo llegué a las 7:30pm y la gran mayoría del público llegó antes de las 8pm. Las luces bajaron a las 8:20pm para mostrar un video de Telecom y el concierto empezó hacia las 8:25pm. Es decir, yo había calculado llegar a mi casa por tarde a las diez pero esta demora auguraba que esa no iba ni siquiera a ser la hora de salida. La primera parte terminó a las 9:15pm y decidí irme. Ya había escuchado el Concierto para violín, lo que más me interesaba del programa, y no quería llegar a mi casa pasadas las 10.
Saliendo del Teatro me encontré con una amiga que también salía del concierto y que vive en la Candelaria. La acompañé hasta su casa, me hizo seguir y con su marido compartimos una copa de vino. Tuve que terminar la visita temprano porque no quería que me cerraran el parqueadero pues éste cierra después del concierto. Al parqueadero llegué hacia las 10:05pm y para sorpresa mía el concierto aún no había terminado.
El Teatro estaba bastante vacío (calculo que estaba más o menos al 50%). No sé si fue porque esta semana el concierto no fue gratis, porque la semana pasada también empezó tarde, porque no hubo mucha publicidad o qué, pero auguro que parte del público que estaba anoche, tras haber llegado pasadas las diez a su casa pensará dos veces antes de decidir volver a un concierto de la Orquesta Sinfónica en el Teatro Colón un jueves por la noche - o de volver al Colón a un evento nocturno. Imagínense que ante estas realidades los pocos a los que nos gustan los conciertos decidiéramos quedarnos en casa escuchando un buen CD, hablando y tomando vino.
Esta noche voy a tratar de ir a escuchar a la Filarmónica en la Jorge Tadeo Lozano. Allí las funciones suelen empezar por mucho diez minutos tarde - espero que hoy sea así.
PD1
Anoche el Concierto para violín fue fantástico. Schmid es un fabuloso solista y la dirección de Yeruham Scharovsky, respetando el espacio e interpretación del solista como pocos directores lo hacen fue exquisita. La Orquesta estuvo bien aunque sigue habiendo una desigualdad entre la calidad del sonido de las cuerdas y de los vientos.
PD2
Estoy preparando una entrevista con Andrés Orozco, quien dirige hoy a la Filarmónica. Es un excelente director. Les recomiendo sus conciertos de este fin de semana:
Viernes, 7:30pm en la Jorge Tadeo Lozano
Sábado a las 4pm en el León de Greiff
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