In Sunday's Atlanta Journal-Constitution, Pierre Ruhe writes that "Cultural tourism has exploded in recent decades," citing as examples Charleston's Spoleto Festival and the Atlanta Symphony Orchestra's planned $300 million Symphony Center. Regarding the Center, Ruhe writes: "An economic impact study suggests that the center will generate more than $2.1 billion, spread over a decade or more. Included in the ASO's figures are the cultural tourists." He notes: "Among art museums and architectural attractions, it's called the Bilbao Effect -- named after the Spanish town that in 1997 opened a flamboyant, titanium-clad Guggenheim museum designed by Frank Gehry ... As tourism skyrocketed, Bilbao achieved one primary objective, replacing its rusted industrial orientation with a service economy." Kimber Craine, a director of the National Endowment for the Arts' President's Committee on the Arts and the Humanities, comments that cultural tourism is "the fastest growing sector of the tourism industry."
In the News (American Symphony Orchestra League) - 21 de marzo, 2005
El impacto de la cultura sobre el turismo es cierto y es un aspecto en donde Bogotá ha empezado a desacelerar en los últimos años. En la primera administración Mockus el presupuesto de las entidades culturales se triplicó. En la administración Peñalosa se hicieron reformas (desaparecieron el Coro y la Banda Distrital) pero se hizo una gran inversión en infraestructura (i.e. bibliotecas y parques públicos). La última administración Mockus mantuvo estas iniciativas pero no expandió su interés e inversión en el sector cultura.
Obviamente sería difícil comparar Bilbao con Bogotá, sobretodo si se tiene en cuenta la situación de seguridad del país, la cual sigue espantando a bastantes extranjeros. Sin embargo, el turismo interno sí se incrementó en los últimos años - aunque hay medidas recientes que han empezado a alejar inclusive a estos turistas nacionales. Hace poco hablaba con unos antioqueños que no podían creer que mientras el Alcalde Fajardo, con medidas muy similares a las de Mockus, recuperaba poco a poco la convivencia en Medellín, en Bogotá el Alcalde Garzón estuviese devolviéndole el espacio público a particulares.
Bogotá es una ciudad grande y es la capital del país - por eso atrae turismo nacional. Sin embargo, su inversión en cultura está muy lejos de la de países suramericanos. Por poner un ejemplo, el Teatro Colón de Buenos Aires maneja un presupuesto anual de diez millones de dólares mientras que la Orquesta Filarmónica de Bogotá y la Ópera de Colombia juntas escasamente llegan a tener cinco millones de dólares. Esto sin contar que ni la ópera ni la orquesta tienen sus propios escenarios, es decir sus propios "Guggenheims". Esta ausencia de edificios bandera produce un grave efecto y es la falta de identidad de entidades importantes (Ópera de Colombia, Orquesta Filarmónica, Orquesta Sinfónica, etc.).
La antigua Orquesta Sinfónica tuvo una fuerte identidad mientras tuvo como sede propia al Teatro Colón. El abandono de sus seguidores empezó con la pérdida de ese escenario y con la escasa inversión del Ministerio en la misma. La Orquesta Filarmónica ha contado con el Auditorio León de Greiff desde los 80s pero bastaría solamente con que llegara un rector que quisiera recuperar ese escenario para la realización de conferencias, foros, asambleas y seminarios para que la orquesta perdiera su espacio de trabajo. Mientras tanto, la Ópera de Colombia cuenta con el Camarín del Carmen para algunos ensayos pero cada año debe negociar con el Ministerio de Cultura o con el IDCT para el uso del Teatro Colón o del Teatro Jorge Eliécer Gaitán (tras la pelea entre Gloria Zea y Martha Senn, adivinen dónde se va a presentar la ópera este año).
Mientras tanto, la Alcaldía Distrital promete sacar del hoyo financiero a Millonarios y a Santa Fe y la ciudad se ve obligada a escuchar a las orquestas y a la ópera en escenarios poco apropiados (el Teatro Colsubsidio y el Jorge Eliécer no tiene una gran acústica, el nuevo auditorio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano sólo acomoda 500 personas y presentaciones de música de cámara, el Teatro Colón es pequeño para un gran montaje sinfónico u operístico).
La administración está en mora de consentir al sector cultura dotándolo de los espacios necesarios para su crecimiento y para la realización de su potencial de impacto. La Orquesta Filarmónica perfectamente podría dar un concierto didáctico semanal si ésta tuviese su propio espacio que le diera flexibilidad de horarios y la certeza de no tener disturbios estudiantiles (en el 2004, siendo director ejecutivo de la Orquesta tuve que ayudar a evacuar a 2000 niños del Auditorio León de Greiff).
La ciudad tiene un sector clave en su desarrollo cultural. El centro de Bogotá entre calles 21 y 28 tiene la Biblioteca Nacional, el Planetario Distrital, el Museo de Arte Moderno, una sala de cinemas de Cine Colombia, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, la Cinemateca Distrital, el Callejón de las Exposiciones, el Museo Nacional, el Museo de Bogota, el Teatro Azteca, y el Teatro Faenza. ¿Por qué no gestionar un proceso de compra de tanto predio ocioso o subutilizado y crear un distrito cultural? Se podría crear una escuela distrital con énfasis en artes (ojo, para nivel escolar), un auditorio para las Orquestas Filarmónica y Sinfónica, una sala para música de cámara, una ampliación muy merecida de la Cinemateca, una plazoleta para eventos al aire libre, una biblioteca pública para las artes, espacios de exhibición, el traslado a un mejor lugar de la Academia Superior de Artes de Bogotá, y espacios para el apoyo de expresiones artísticas autóctonas. Además se podría crear un sistema de arriendo de locales para cafés, librerías, y restaurantes.
Esto tendría un impacto en el turismo local pero también en la vida de la ciudad en donde se crearían espacios de esparcimiento mental, de convivencia pacífica, de intercambio de ideas y de crecimiento personal y grupal. El efecto Bilbao es difícil de alcanzar en un país con problemas de seguridad tan grandes. Sin embargo, para ese mismo país es necesario, inminente, crear un gran oasis estético y espiritual como lo podría ser un distrito cultural en donde se encuentren las grandes expresiones universales y locales.
PD
Recomiendo la lectura de Adaptistration del 4 de abril pasado
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