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Cuatro ingredientes esenciales, Parte V
Musicalidad de los Instrumentistas: Orquesta Sinfónica Nacional


Orquesta Sinfónica Nacional

Los cuatro ingredientes esenciales en el triunfo orquestal según Jack McAuliffe son: visión artística, una sólida junta directiva, musicalidad de los instrumentistas y administración profesional.

Musicalidad de los instrumentistas: tienen que ser músicos dotados que entiendan y disfruten los retos de actuar como ensamble. "Probablemente hay en este momento una fuente de buenos músicos como nunca antes", dice McAuliffe, señalando la abundancia de músicos graduados de conservatorios.

Orquesta Sinfónica Nacional: musicalidad de los instrumentistas
Esta sección está entrando en aguas peligorsas. Nada más tabú en el mundo de la música que hablar de la calidad de un músico de frente y con una opinión formada. No obstante, debo señalar qué considero yo que hace que un músico sea "musical". Para empezar, debe ser una persona con capacidad técnica (tocar afinado, respetando el ritmo de la partitura y las dinámicas señaladas). Así mismo, un buen músico orquestal debe ser capaz de trabajar en grupo y de seguir indicaciones musicales. Es decir, debe entender su papel dentro de una sección, acomodándose a una calidad de sonido que puede no ser igual a la suya y debe ser capaz de responder, casi que de manera inmediata, a las indicaciones hechas por el jefe de sección o por el director de la orquesta.

El proceso de audición en una orquesta está diseñado para conseguir la mejor gente para el puesto que está disponible. Por eso, el 'control de calidad' o el filtro por donde se empieza a armar el sonido de una orquesta es la audición, liderado por gente con oído musical y con conocimiento del criterio estético de la entidad. Es decir, no basta con que los aspirantes sean juzgados por un buen músico sino que tienen que ser evaluados por gente que también sepa qué tipo de ensamble se está formando y qué es aceptable e inaceptable al interior.

Teniendo esto en mente, la Sinfónica nació con músicos seleccionados por audición y por selección casi que científica. Además de las pruebas musicales, hubo entrevistas con psicólogos, todo buscando, me imagino, que no sólo fuera un grupo capaz de tocar una sinfonía sino que también pudiera trabajar y convivir en un espacio compartido. Las pruebas musicales, que es lo que aquí importa, fueron evaluadas por directores orquestales de distintos países (España, Israel y Colombia, de los que me acuerdo). El resultado fue que pasó muchísima gente joven, la gran mayoría sin mayor experiencia profesional, muchos todavía sin graduarse de sus universidades pero con un talento musical inexistente en el país hace veinte años.

Los músicos de la Sinfónica tienen conocimientos y educación como tal vez no la tuvieron la mayoría de músicos de la antigua Sinfónica ni la mayoría de los músicos fundadores de la Filarmónica de Bogotá. La calidad del sonido de la sección de cuerdas es un reflejo de esto. Tiene un sonido parejo que cada vez es más uniforme y que demuestra una buena respuesta a los directores que tiene al frente.

No pasa lo mismo con los vientos (metales y maderas) que sigue siendo tal vez la sección más débil de la Orquesta. Conseguir buenos cornos ha sido muy difícil en el país (la Filarmónica lleva siete años sin jefe de cornos) pero, además, las secciones de vientos requieren un especial trabajo dada su notoriedad en el repertorio orquestal - si un violín se desafina es posible que pase desapercibido pero si una de las dos trompetas se descacha, nada que hacer. No quiero decir con esto que la sección de vientos no sea musical. Sólo que es hasta ahora la sección más débil de la Orquesta y la que, pasados ya dos años de trabajo, sigue sin cuajar dentro del sonido que produce la orquesta.

La sección de percusión es muy pareja y fuerte. Creo que no es de extrañar en un país donde las maracas y los tambores son fundamentales en la música popular, es decir, buenos percusionistas, con un sentido muy musical, nunca van a faltar.

Es importante que la Orquesta llene las vacantes que aún tiene (concertino y jefes de cornos, oboes y clarinetes) así sea con músicos extranjeros (opción a la que la orquesta ha sido increíblemente reacia). Una orquesta no se destaca por lo representativa que sea la nacionalidad de sus músicos sino por la calidad de sus interpretaciones, las cuales incluyen solos de oboe, clarinete, corno y violín, por ejemplo. Las experiencias de la antigua Sinfónica y de la Filarmónica de Bogotá con músicos extranjeros son positivas. Éstos no solo han ayudado muchas veces a jalar a músicos jóvenes dentro de sus secciones (i.e. Jim Ackley, antiguo jefe de trompetas de la Flarmónica, fue clave en la formación de Juan Fernando Avendaño, hoy jefe de trompetas de la Sinfónica), sino que también han contribuido al medio universitario convirtiéndose en profesores.

La Sinfónica tiene muy buenos músicos lo cual demostró en sus recientes conciertos con Yeruham Scharovsky, director que le sacó un muy buen sonido a la orquesta. Un trabajo más esmerado con la sección de vientos puede ayudar a concretar de manera más acelerada la definición del sonido del ensamble. Creo que la Orquesta tiene los músicos para lograrlo y debe imponerse un plan de trabajo muy claro que le permita fijarse metas y procesos de evaluación.

PD
Sería interesante saber qué facilidad tiene la Orquesta para remplazar a un músico que no esté respondiendo y que no se esté acoplando al sonido orquestal. Esperen un interesante artículo mañana.

Corrección
Hace unas semanas escribí en una entrada (¿Conejo? - 11 de abril ) que Luis Darío Baracaldo era el concertino de la Sinfónica. Revisando la información para la entrada de hoy, encontré que es el concertino asistente.

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